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A reina muerta, reina puesta

By 13:31 ,






Nunca la había engañado, ni a ninguna otra, pero estaba tan despechado que sólo quería vengarme. Ella me había dejado. Mi trabajo, las ocupaciones en mi casa, además de esa necesidad de concentrarme en una relación tan tormentosa y en toda esa mierda que disparan las mujeres cuando te quieren fuera de sus vidas, fue lo último que me lanzó a la cara. No era mi primera novia, pero estaba muy enamorado de ella.

Pasado un mes de mi separación, una noche de viernes me animaron dos amigos a salir a dar una vuelta; sí, esos que no faltan en esas ocasiones en las que sólo bebes hasta perder el sentido y olvidas. Me llevaron a un cabaré de medio pelo. Cuando llegamos, se nos acercaron tres chicas ataviadas con nimias tiras de tela que apenas cubrían sus pudores. Sin pensar en nada, mis penas se escondían bajo aquellas curvas que aturdían mi libido. Empezamos a tomar unos whisky, los cuales se endulzaban con tan linda compañía. Mis amigos pagaron el alterne de las chicas y nuestro alcohol, con tal de verme ebrio y a gusto con la que yo había elegido. ‘Mi chica’ era bonita, pero piensoque le sobraba maquillaje, lo que unido a sus cabellera rubia teñida la convertían en toda una clásica de cabaré. Intentaba hablar con ella, pero la fuerte música y sus constantes besos ávidos de propina lo impedían. Al final me dejé llevar y acaricié sus muslos, sus tetas operadas y su suntuoso culo; justo como me gustan a mí. No tardamos en irnos a un privado, ante la alegría de mis colegas, tanto o más ebrios que yo, quienes bailaban y manoseaban a las otras cabareteras.



El servicio sexual, porque eso era lo que yo había contratado, lo ejercía en la misma habitación donde vivía. No era muy ordenada. Vi bolsos colgados y ropa por todos lados. En el espejo de su baño tenía la foto de un niño y una pegatina de Brad Pitt. Generalmente, no entro en esas cosas, pero quizá el exceso de alcohol me llevó a preguntarle por la foto. Me dijo que era su hijo. Lo había tenido a los 16 años. El padre de la criatura huyó apenas supo del embarazo, y ella tuvo que conseguir dinero rápido para sí, para su hijo y para su madre, que cuidaba del niño. Una amiga suya la había traído a ese cabaré. Llevaba ya dos años ganándose la vida a costa de llenarse la barriga de puercas bebidas y de ‘servicios privados’. No sé por qué, pero empezó a caerme bien. Quizá por pena o por mi situación sentimental, hecha añicos, la traté con cariño.



Nos acostamos desnudos y nos besamos apasionadamente, como novios. No tuvo apuro alguno en bajar hasta mi pene y hacerme una hermosa felación, muy apretada y muy húmeda. Hacía unos ruidos que me encantaban cuando succionaba mi erecto miembro. A la vez, ‘acariciaba’ mis bolas con sus largas uñas. Recordé a mi novia y lo mucho que le costaba hacer sexo oral, pues no le gustaba a la muy estúpida. Y llegó mi turno: la puse bocarriba en la cama para lamer sus pechos, grandes y blancos, en los que pude ver las marcas de la operación. Nunca antes había gozado de pechos operados, pero me gustó. Después, descendí hasta su entrepierna, mientras a ella le producía un cosquilleo que la hacía reír. Allí sentí un aroma diferente, mezcla quizás del calor del momento y las horas en que ella llevaba trabajando. ¡Pero al carajo! Había pagado buena pasta como para no degustar aquel bombón. Así que seguí lengua a destajo en su clítoris y besando sus labios vaginales. Ella, sin poderlo evitar, se arqueaba entera de tanto placer. Hasta que me puso ‘el forro’ y se la metí hasta el fondo. Me lamía los pezones mientras lo 'hacíamos'. Luego, a lo perro. ¡Qué hermosura de culo! Aún marcas de estrías, era un grandioso culo, duro y suave, en cuyo pude cabalgar a mis anchas. Después de eso, sentí lástima por los chillidos que lanzaba, pero estaba tan metido en mi faena y tan caliente que no paré hasta ametrallarla, agarrándome en sus caderas. Por el momento no podía eyacular, por tanto alcohol que ingerí, pero ‘la mía’ resistió estoica. Pasados unos minutos acabé en forma gloriosa y luego me eché en la cama. Ella se puso a mi lado y así nos quedamos, medio dormidos. Sólo recuerdo que le pregunté si le había dolido y me respondió que sí, pero que le mereció la pena porque los orgasmos que había tenido no los había experimentado antes con nadie, ni siquiera con el papá de su hijo, del que había estado enamorada y del que creía que la satisfacía plenamente en la cama. Por supuesto, no dije nada a ese respecto ni alardeé de macho ibérico… No es ese mi estilo.



Al  día siguiente desperté, asustado, en su cama. Miré a derecha e izquierda y no estaba. Era mediodía. '¡Mi trabajo!', pensé. Ella ya se había desmaquillado, lo que la hacía más bonita. Me había preparado un copioso desayuno. A la vez que comía y bebía me contó que me quedé dormido e intentó, sin éxito, despertarme, pero después me vio tan plácido que me dejó seguir durmiendo. También me dijo que le conté mi reciente separación y que ella lloraba durante el relato. Al poco, bajó al club, igual tuvo que mentir para esconderme. Estaba con la resaca y quería irme, pero me dijo que si quería quedarme allí, con ella, que no tenía que empezar a trabajar hasta las diez y media de la noche. Me agradó su oferta, así que me eché en su sofá. Ella vio que tenía frío y tiró de manta, se puso junto a mí y me besó dulcemente. Luego, abrazados nos quedamos mucho tiempo...



Nos levantamos del sofá a las cuatro. No podía creerme aquella aventura tan loca. Pero me sentía feliz. A ella también la veía feliz. Conversamos sobre sus sueños, su hijo, su ex, mi ex…. Le sugerí que cambiase de trabajo. Le prometí buscarle uno ‘más a su estilo’. No quiso aceptar ninguna propina por sus cuidados conmigo ni por la comida que me sirvió. Su respuesta fue que ya éramos amigos, lo cual no me desagradó. Nos despedimos con un sentido beso y un no menos sentido abrazo…

Ya solo en mi casa, estaba como nervioso. No podía dejar de pensar en 'mi' cabaretera, guapa y exuberante’ Me enternecía toda ella. Sin embargo, me evadí y me metí en mi correo para ver los mensajes nuevos. Estaba enfrascado en ello, cuando llamó mi ex novia. Quería conversar, que la perdonara... 



Pasada una semana de aquella llamada volví con mi novia y a la vez empecé una relación con Sole, que así se llamaba 'mi' cabaretera. Al poco, acabé con mi novia y al mes me casé con Sole. Actualmente tenemos un hijo en común, más su hijo, al que también adoro. Ella trabaja en su propio local de peluquería y belleza para señoras y yo sigo con mis negocios…

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